Esta centenaria plaza no carece de belleza; la sobriedad del acceso se adorna apenas con un singular pórtico enmarcado con dos delgadas columnas de cantera en los vamos y, del mismo material, la cornisa del remate. Esta plaza todavía recuerda aquellas inolvidables tardes taurinas de júbilo desbordante, como buscan los noveles toreros que pisan este coso, desde escuelas de niños y jóvenes toreros, encuentros internacionales de academias taurinas, festivales, incluso Teatro del Pueblo a finales de los años ochenta, pero sobre todo en las Corridas de Novilleros durante el Serial San Marcos durante la verbena de abril.