Ubicada en el Municipio de San Francisco de los Romo, esta antiquísima hacienda que data del siglo XVII, fue de las primeras a nivel nacional en contar con ganado de lidia, debe su nombre a una hierba que abunda en la región llamada "garabatillo". El nombre verdadero y original es Hacienda de San Isidro Labrador. En sus buenos tiempos alcanzó una extensión de 10 mil hectáreas dedicadas a la agricultura y a la ganadería. En sus campos pastaban diferentes tipos de ganado, pero no fue sino hasta 1887 cuando se funda la ganadería de reses bravas; poco después se le otorgó Cartel, gracias a la simiente y a la buena clase de sus animales, incorporándose a la Asociación Ganadera de Toros de Lidia. Actualmente queda muy poco de este tipo de ganado en este rumbo.
En los alrededores de la Hacienda todavía se conservan, aunque en estado ruinoso, algunas dependencias que hablan de la gran importancia que un tiempo tuvieron estas unidades productivas entre las que destacan la tienda de raya, las caballerizas, las trojes y una primitiva capilla sin techo que data del siglo XVII, todas ellas construidas de gruesas paredes de adobe.
El casco de la Hacienda y sus alrededores cercanos se encuentran bardeados, lo que habla de que hubo tiempos de inseguridad en los que se tenían ataques de bandidos, razón por la cual los hacendados decidieron amurallar la finca.
El Templo de San Isidro Labrador, que se levanta con gran magnificencia, vino a suplir a la antigua capilla. Fue mandado construir por el propietario de la Hacienda a fines del siglo XIX. La construcción fue encargada al maestro autodidacta Refugio Reyes, quien una vez más demostró en esta obra su genio y su grandeza. Todos los objetos del interior del templo fueron traídos de Francia.
